Llevaba
rehuyendo su lectura desde los tiempos de la facultad, allá por el pleistoceno. Recuerdo a mi entonces compañero y amigo Sergio,
acarrearlo un día tras otro a clase mientras le iba hincando el diente en los
trayectos de Metro desde Oporto a Ciudad Universitaria... Nunca me atrajo. A Sergio le iba el rollo eclesiástico y pensé que el libro tenía que ver con el. No se porqué razón mis padres me lo regalaron estas N
avidades y casi por obligación me
vi en la tarea de acometer su lectura.
1430 páginas en la versión de bolsillo son muchas páginas, mucho para un lector compulsivo como yo, que cuando engancha un libro ya no lo suelta aun
a costa de horas de sueño y de renunciar a otras obligaciones y placeres.
Al final han sido 6 días y una sensación de liberación enorme finalizarlo pues se hace algo largo que no denso.
La ambientación es lo mejor del libro, se nota mucho trabajo de estudio al respecto y el autor quiere que se note que domina de lo que habla, la trama tiene altibajos y es en algún momento bastante predecible. El autor se extiende demasiado en descripciones
poético/literarias que no vienen al caso y la trama se ralentiza sin necesidad. Por otro lado aunque no deja de ser un "culebrón medieval" es entretenido y se lee fácilmente y creo que esos han sido los mayores argumentos para su éxito.
Como nota curiosa, el autor se recrea demasiado en los pasajes de sexo y sobre todo en las violaciones... Me ha sorprendido, y vaya por delante que disto mucho de ser un
meapilas o un remilgado... pero cada cosa en su sitio y al igual que me chocaría ver un discurso del rey en una película
porno, aquí me ha parecido que tanto detalle sexual sobra... claro, que bien pensado puede ser otro sólido argumento a favor, si lo que buscaba el autor era escribir un libro de masas.
Mi nota final es un 6, porque es entretenido y cumple por tanto su función principal, la época de la trama está muy bien ubicada y debe ser una delicia para los que entienden de arte. No es más alta porque el argumento "
culebroniano" se estira al límite de la paciencia, el estilo literario no es excelente (¡ni malo!) y sobran los momentos en los que
Ken Follet se gusta a si mismo y se enreda en descripciones vacías sin fundamento.
No se han despertado en mí ninguna gana de pelearme con "Un mundo sin fin" la segunda parte de "Pilares" publicada a finales del pasado año.