jueves, 22 de mayo de 2008

Lluvia

Es curioso, su amiga Esther me dijo que el día de su entierro el cielo estaba más bonito que nunca, lleno de colores y contrastes... Yo, he de confesar, que no me di cuenta, pues mis ojos no se alzaron demasiado del suelo... Desde entonces el cielo nos ha regalado una primavera que ya dábamos este año por ausente, con inesperadas lluvias que han recuperado colores en el cielo y en la tierra que con tanta sequía y tanto encierro opositor solo recordaba difusamente y que llegan a emocionarme.


Al igual que a María, a mí me gustan los días lluviosos. Quizás sea una afirmación temeraria cuando se es escalador, pero al igual que antes que el huevo fue la gallina, antes que escalador fui y soy amante de la naturaleza y la lluvia no es más ni menos que la sangre de la vida.

Existe una casa dentro del término municipal de Valdemanco, pero pegada a Cabanillas de la Sierra, que pudo ser mía. Esa casa, de una planta, tiene un porche de madera donde María y yo imaginábamos pasar los días de lluvia, sentados plácidamente y bien abrigados con una mantita mientras Lola, el tercer y cuadrúpedo miembro de la familia, se esforzaba por hacerse un hueco entre los dos. Esa visión era nuestro nirvana, nuestro sueño, el paraíso. Pocos sueños se materializan en realidades y este, como casi todos los que compartimos María y yo, no fue la excepción.

domingo, 18 de mayo de 2008

Yo

A veces se empieza a andar no con el objetivo de alcanzar un lugar, sino con la intención de alejarse de otro. En este último caso los pasos no se suceden fluidos, los pies parecen hechos de plomo y las rodillas buscan hincarse en el asfalto. La voluntad debe imponerse más que nunca sobre el resto de nuestro propio ser si no queremos dejarnos arrastrar en la corriente del abandono, de la rendición.

Lo he tenido todo en esta vida, no una, sino varias veces. He conocido estados de plenitud tan absoluta que no creo que muchas otras personas lleguen a conocer a lo largo de su vida... pero también he conocido la otra cara de la existencia, la soledad, la repudia, las cloacas de la vida... y he sido marcado por ambas. Vivo con la cruz de la ambivalencia que a veces me revienta por dentro. De las mochilas con las que cargo, la más pesada, es la de haber sido el verdugo de mi propia dignidad y sobre todo haber traicionado a las personas que más me han querido. Una de ellas enfermó de cáncer, quizás, a consecuencia de ver la parte negra de mi alma y falleció el 27 de abril. Toda su vida, fue un ejemplo de amor por los demás y una cátedra en dignidad. Quizás ella me haya enseñado finalmente algo, porque con más rabia que nunca deseo amar y ser amado, hacer felices a los míos y ser feliz yo.

A día de hoy tengo un carácter afilado como una espada que muero por dejar envainado, una familia rarísima que me quiere, una chica que me insufla vida, quizás un par de personas que me aprecien un poquito... y una loca pasión por la escalada. No es mucho, pero es mío y es de verdad, no he pagado ningún peaje ni debo nada a nadie. De lo dejado en el camino no haré más recuentos, he gastado media vida mirando hacia atrás y ya es hora de mirar hacia delante. María es el único pasado que me interesa, se lo debo todo.

Al Flash, en la jerga de los escaladores, es una expresión utilizada en referencia al dictado de los pasos de una vía. Este blog se llama Al Flash porque en el escribiré los pasos de la vía de mi vida en todo lo que se relacione directa o indirectamente el mundo de la escalada.